Oliverio Álvarez, “Oli”: “Un entrenador humilde debe adaptarse a los jugadores que tiene en plantilla”
Antes de que el nombre de David Villa saliera a escena, el último gran delantero asturiano era Oliverio Álvarez, Oli. El ariete nacido en Oviedo fue la gran referencia ofensiva del último Real Oviedo de Primera División, y se convirtió en uno de los puntas más carismáticos de su época, llegando a anotar 20 goles en una sola temporada vestido de azul. Si por algo destacó en su años como jugador fue por su entrega y lucha por la camiseta que defendió, lo que le hizo protagonista de algunos de los derbis más calientes que se recuerdan en Asturias. Actualmente ejerce de entrenador en el Marino de Luanco, uno de los equipos más exitosos del fútbol amateur del Principado y lugar en el que ha logrado conseguir la continuidad que le habían negado en los banquillos del sur de España.
Pregunta: ¿Cómo fue tu llegada al Oviedo?
Respuesta: Cuando el Real Oviedo se fijó en mí cuando jugaba en el Universidad de Oviedo, en Tercera División. Es un equipo con mucha tradición universitaria, con gente joven que a parte de jugar al fútbol estudia, y a mí me cuadra muy bien mientras iba a clase. Estuve dos años con ellos haciendo bastante goles, lo que hizo que el Oviedo se fijara en mí para su filial. En primeros seis meses con el Vetusta anoté muchos dianas. En enero de 1993 se lesionó Carlos, que era el delantero titular, e Irureta me dió la oportunidad, y en ese momento empezó todo.
P: Tras varios años a un gran nivel en el Real Oviedo te fichó el Real Betis. ¿Tuviste ofertas de otros equipos?
R: La verdad es que sí. En esa época el Valencia tenía un secretario técnico asturiano que estuvo muy interesado en llevarme a la ciudad del Turia. También hubo interés del Zaragoza y un equipo griego, el Olympiacos. La temporada anterior a mi traspaso hice 20 goles y era joven, por lo que para el mercado era un jugador muy interesante. La opción del Real Betis fue la que más me gustó, tenían un equipazo que venía de jugar la Copa del Rey ante el FC Barcelona. Siempre estaban en competiciones europeas y su entrenador era Luis Aragonés, por lo que se daba todo para que eligiera Sevilla como mi destino.
P: ¿Cómo fue la experiencia de jugar con la Selección española?
R: Es lo más grande que le puede pasar a un futbolista. Todos los niños cuando empiezan sueñan con ponerse la camiseta de España, y yo tuve la suerte de ser convocado para 8 partidos y jugar 2 partidos, de la mano de Javier Clemente. Me quedé a las puertas de ir al Mundial de Francia de 1998, pero no le guardó rencor al seleccionador por esa decisión, porque me dió la oportunidad de debutar, algo que le agradeceré toda la vida. Además, soy consciente de que por delante había jugadores muy buenos: Morientes, Urzaiz, Julen Guerrero, Kiko Narváez… Para mí fue una experiencia extraordinaria. Encima uno de los partidos que jugué fue en el Molinón, con toda mi familia en la grada y tuve la suerte de hacer un gol. Mi experiencia con la Selección se podría decir que fue mi cima como futbolista.
P: Tú has vivido en tus propias carnes dos de las rivalidades más grandes de España. ¿Es mejor un Sporting-Oviedo o un Sevilla-Betis?
R: Yo como asturiano me quedo con un Sporting-Oviedo, sin duda. Es la fiesta de nuestro fútbol y todos lo llevamos dentro. Pero de repercusión y pique entre las aficiones el Betis-Sevilla es un derbi que se vive mucho más en el día a día. Son dos equipos de la misma ciudad y no te queda otra que convivir a diario con el rival. Siempre se vive con más cachondeo.
P: Tras 3 temporadas en el Real Betis volviste al Real Oviedo. En la capital del Principado viviste en primera persona el descenso a los infiernos del club. ¿Cómo fueron esos años?
R: Son momentos muy difíciles. En la primera temporada de mi regreso hicimos una gran primera vuelta, entrenados por Antic, en la que llegamos a estar sextos, pero a partir de enero entramos en una caída en barrena no había manera de darle la vuelta. Poco a poco nos fuimos metiendo en el pozo y al final acabamos descendiendo. Ese año hice una gran temporada a nivel individual, anoté 15 goles, pero no sirvieron para evitar esa situación. Fue muy doloroso, porque a partir del descenso a Segunda División se desencadenó todo y salió a flote el problema económico que tenía el Oviedo detrás.
P: Tras acabar con el Real Oviedo fichaste por el Cádiz. Tras 3 años allí decidiste colgar las botas. ¿Fue muy duro el momento de la retirada?
R: Yo creo que para cualquier futbolista poner punto y final a lo que más amas no es agradable, pero me retiré con un gran sabor de boca y una sonrisa en la cara. En Cádiz recuperé la alegría por jugar al fútbol, por disfrutar de este deporte y me sentí importante dentro del equipo. Además, la afición me trató muy bien, lo que me facilitó mucho las cosas. En lo deportivo, tuve la suerte de retornar a Primera División siendo parte de la historia del club, ya que fue su último ascenso a la máxima categoría del fútbol español. Cuando me retiré ya tenía 34 años, con lo que supone para un delantero, que cuando se pierde un poco de velocidad ya te ven como un viejo. Me surgió la oportunidad de hacerme cargo del equipo y después de valorarlo con tranquilidad, decidí hacerme cargo de la plantilla y dejar los terrenos de juego. Me quedé con un gran sabor de boca, no acabé arrastrándome por los campos ni carne de banquillo.
P: ¿Cómo es el paso a los banquillos?
R: Es difícil de explicar. Cuando me hice entrenador, 10 jugadores de la plantilla habían sido compañeros míos, con los que había muchos viajes y confidencias. Ese cambio es más complicado para los jugadores. Como entrenador del Cádiz tomé decisiones como las tomo ahora en el Marino de Luanco, juega quien yo considero oportuno, no por ningún tipo de amiguismo. Siendo futbolista te lo tomas diferente, sobre todo cuando tus decisiones van en contra de sus intereses. Los que habían sido mis compañeros con el paso de las jornadas se fueron dando cuenta de que no me dejaba influenciar por la amistad. En mi primera experiencia tuve muy mala suerte. Se lesionó nuestro jugador más determinante, Lucas Lobos, un jugador argentino que marcaba diferencias y que luego fue nombrado como el mejor jugador de la liga mexicana varias veces. Hasta que no lo recuperamos el equipo no remontó la situación, pero me cesaron.
P: ¿Dónde se sufre más, en el campo o en el banquillo?
R: Entrenado, con mucha diferencia. Siendo jugador te dedicas a hacer tu tarea y nada más, y solo tienes que centrarse en eso, competir bien y poner los 5 sentidos en sacar tus mejores virtudes. Los entrenadores somos totalmente dependientes de los futbolistas y siempre estas con la impotencia de no poder ayudarles, no sólo con órdenes y colocándolos en el terreno de juego, sino también participando, pero eso ya se acabó.
P: Como jugador fuiste entrenado por Antic, Luis Aragonés, Clemente… ¿De cuál tienes más influencias?
R: No tengo ninguna influencia clara, porque el fútbol son tendencias. Hubo unos años en los que la moda entre los entrenadores era el contraataque, luego se pasó a un fútbol más de posesión, sobre todo por la generación que tuvimos es España y ahora se juega a un fútbol de mayor intensidad, donde se impone más el aspecto físico y el ser vertical. Creo que todo depende de los jugadores que tengas disponibles. Si cuentas con jugadores del nivel de Iniesta o Xavi, tienes que jugar al “tiki-taka”, pero si tienes gente con velocidad y que se encuentran muy cómodos saliendo a la contra debes aprovecharlo. Ahora mismo hay un entrenador que está marcando una tendencia muy clara, Jürgen Klopp y su Liverpool, pero para jugar así debes tener los futbolistas adecuados, o poder elegirlos. Los entrenadores normalmente tenemos una lista de prioridades y la mayoría acabamos escogiendo al cuarto o al quinto de la lista, por lo que es complicado. Si estás en un equipo de élite vas haciendo el equipo según lo que quieres, pero en la mayoría de casos debes adaptarte. Un entrenador humilde debe adaptarse a los jugadores que tiene en plantilla.
P: Como jugador fuiste entrenado por Juanma Lillo, nuevo fichaje de Guardiola para ser su segundo entrenador en el Manchester City. ¿Cómo ves su llegada?
R: Hace un mes hablé con él durante un buen rato. Lillo es un hombre con una filosofía de juego muy clara, incluso se podría decir que es más una filosofía de vida. Sé que su relación con Guardiola es muy buena. No me sorprende su llegaba al Manchester City porque hay muchos condicionantes para que esta pareja se pusiera a trabajar juntos. En el tema posicional, de la defensa en zona y de las diferentes variantes del juego es de los mejores, tiene una idea de juego muy concreta y un estilo que es muy difícil que se salga de su idea.
P: ¿Cómo afrontas la temporada que viene con el Marino de Luanco?
R: La afrontamos con la idea de renovar a los 10 o 11 jugadores que queremos que continúen, que ya llevamos 3 años juntos y para mi es prioritario. Después queremos conseguir las instalaciones de Balbín para poder entrenar en Luanco, ya que esta temporada hemos dado la vuelta por Asturias entrenando. Balbín sería nuestro mejor fichaje. El tema de contrataciones nos lo tomamos con calma, el mercado va a ir muy lento este año. Tenemos 3 meses para pensar en ello, vamos a ir viendo las posibilidades que nos surgen sin precipitarse e ir poco a poco cerrando la plantilla.
P: ¿Tienes pensado cómo va a jugar el equipo el año que viene?
R: Nosotros dependemos mucho de qué tipo de invierno nos viene a Asturias, por el tema de la lluvia. Tenemos césped natural y si llueve mucho el campo se pone muy pesado, lo que condiciona mucho nuestros partidos como local. Hace 2 años, en la temporada del ascenso, el invierno fue bastante liviano, lo que ayudó a que pudiéramos jugar mejor al fútbol y manejar mejor la pelota. El año pasado hicimos un juego más directo, con más pelea, porque el campo estaba casi impracticable, unos días con agua, otros con barro… Nosotros tenemos que hacer un fútbol adaptado al terreno de juego, porque para nosotros mirar al cielo es fundamental.